Era se una vez una princesa que se enamoro del príncipe mas cerdo, mas feo, el que mas mal olía, el que no se lavaba, cuando consiguió estar con el se dio cuenta de como era, para ella era el mejor hasta que lo tuvo. Al final fueron los dos a cenar perdices, pero en ese momento, la princesa, decidió irse sola a comer las perdices y aprendió que algunas veces es mejor comer las perdices solo.